
El pasado 7 de noviembre se estrenó la última película de Guillermo del Toro, Frankenstein (Netflix, 2025).

¿Puede acaso alguno decir que habla en nombre de Dios? ¿O puede proclamar alguien haber sido elegido en nombre de la divinidad para actuar en su nombre?

La encíclica va sobre el corazón de Jesús y el desafío que Francisco lanza a toda la Iglesia –porque sí, quizá su repercusión será más ad intra– es vivir con corazón en una realidad que parece haber olvidado la capacidad de compadecerse en las lágrimas de quien todo lo pierde por el ídolo ególatra de la autoafirmación.

En algún momento de nuestro seguimiento del Señor experimentaremos una muerte, la lejanía de un motivo para seguir esperando, la desilusión de nuestra confianza o la vulnerabilidad que monopoliza nuestra perspectiva.

Con el rito de la imposición de ceniza iniciamos la cuaresma. Es significativo que la liturgia sugiera que la ceniza que se bendice provenga de los ramos que el año anterior proclamaron: ¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!