
Como decía Ambrosio de Milán, «de las virtudes, la primera es el agradecimiento», así que quiero agradecerles a quienes me han precedido en el uso de la palabra.

En las siguientes líneas propongo un acercamiento a esta cuarta encíclica del Santo Padre, guiado por la pregunta de si acaso no estamos ante el testamento místico de Francisco.