
Dicen que uno nunca se ve tal cual es, pues no estamos terminados. Que en los espejos, los rostros aparecen volteados, que los ojos se ven a sí mismos sin verse del todo.

Amar y existir son lo mismo en Dios. Estamos llamados a aprender experiencial y procesalmente eso en este mundo por medio de la entrega por amor de los dones que Dios nos ha confiado.