Al inicio de mis veintitantos trabajé como valet parking en un restaurante de moda en la ciudad de Guadalajara. Allí, en la calle, conocí a mi amigo el Rol, un joven que vivía y trabajaba en la calle lavando autos y haciendo mandados.
Dicen que uno nunca se ve tal cual es, pues no estamos terminados. Que en los espejos, los rostros aparecen volteados, que los ojos se ven a sí mismos sin verse del todo.
Después de más de 30 horas de viaje que comenzaron en la Ciudad de México, el 1 de noviembre de 2021 llegué a Argel; era el tiempo de la pandemia y cualquier viaje se convertía en toda una odisea. Con gran alegría los jesuitas me esperaban en el aeropuerto, pues hacía ya algunos años sin que un jesuita nuevo se integrara en esta misión, finalmente había llegado.