San Ignacio de Loyola nos invita a conocer internamente a Jesús, a dejarlo que entre en nuestro corazón y se convierta en alguien a quien no podemos renunciar. Solo desde un amor sincero, una profunda amistad y una alegría auténtica por los demás, brota el deseo de seguimiento de Jesús.
El Examen (Ejercicios Espirituales, 43) y el uso de la imaginación en las Contemplaciones ignacianas (110-114) son dos canales eficaces para cultivar una mayor conciencia de la presencia de Dios en la vida interior.