Las experiencias presentadas de acciones noviolentas de sectores de la Iglesia, en la primera Conferencia sobre «Noviolencia y Paz Justa: contribución a la comprensión y al compromiso católicos con la noviolencia» en 2016, en distintas partes del mundo, fueron muy ricas y variadas, partiendo de algunas concepciones comunes, en el sentido que la Iglesia institucional debe exponerse públicamente mucho más en los conflictos violentos, saber interpretarlos desde las etapas de gestación y génesis, prevenirlos, crear grupos de intervención directa.
La historia nos coloca constantemente ante situaciones originales e inesperadas, a veces para construir esperanza, y otras veces para lo opuesto. Del 11 al 13 de abril del 2016 se dio uno de esos hechos sociales relativamente «originales», con trascendencia histórica, que nos parece podría abonar algo, si prospera en el largo proceso de la humanización de la especie, del que las iglesias, de alguna forma, han sido parte positiva y no tanto.