
Ya se había puesto el sol, y después de nuestra misa en la Cueva de San Ignacio cenamos y nos dispusimos a caminar al Pozo de la Luz, lugar donde Ignacio había tenido la iluminación del Cardener. Era el fin de nuestro itinerario del Camino Ignaciano; antes ya habíamos visitado el monasterio de Montserrat y orado frente a su imagen, y aunque nuestro plan era caminar hasta nuestro siguiente destino, el tiempo caluroso y el sol radiante nos lo impidieron, así que decidimos bajar a pie de la montaña para tomar un tren hacia Manresa.